domingo, 3 de mayo de 2009

Síndrome de abstinencia

Contemplando un océano de mil lágrimas de luz en la noche
me deseo amándote, desesperádamente
loco por haberte visto llegar para después partir;
como el marino al puerto,
como el sol al horizonte.

Fuiste nada y nadie durante sólo un instante,
pero fuiste.
Y ahora dueles hondo, penetrando
en lo poco que aún me queda por pudrir.

Sabes que tuve miedo, como se teme lo infranqueable.
Que agoté mi orgullo.
Que no te vi huir, te sentí ya lejos de aquí.

Me encontré solo sin siquiera haberte tocado.
Sin haberte conocido.

Pues así viniste. Y así te vas.

Fugaz.