jueves, 2 de abril de 2009

Asco

Me desperté ahogando una arcada. Sin estar ya lo suficientemente borracho, la sensación era horrible: los pedazos aún demasiado enteros de la carne mechada de la noche anterior pintados con color burdeos se agolpaban en mi boca, queriendo salir todos a la vez. Tan sólo el tacto de aquella masa informe subiendo por mi esófago me hacía querer expulsarlo con más y más fuerza, hasta el punto de que los espasmos de mi estómago llegaban a ser absolutamente incontenibles. Pensé que ni siquiera podía considerar mi cuerpo como algo mío, perfectamente bajo control, y me odié aún más.

Tragué lo que no debía haber tragado, y que aún guardaba en mi boca. Eso provocó que mi abdomen reaccionara como una catapulta. Aún no sé cómo conseguí llegar a introducir mi cabeza en el agujero blanco mortecino antes de que toda aquella mierda saliera de mi cuerpo, pero lo hice. Desfiguré lo que dentro de mí debería haber sido un todo, y lo arrojé sobre un charco de agua prefabricada. Lástima que no haya caído todo dentro, me dije mientras los churretones de lo que había sido vino se escurrían por la loza y mis ojos se giraban hacia dentro como queriendo ver mi cerebro estallar. Me golpeé la cabeza contra la cisterna, arrodillado, ya perdido el equilibrio; creo que debería haberme hecho daño. Mi mano derecha resbalaba por la mampara de plástico de la ducha, agarrándose a nadie sabe qué; la izquierda, hubiera jurado que no existía.

Esperé. Esperé a que alguien viniera, me levantara y con todas sus fuerzas consiguiera arrastarme de nuevo hasta mi cama. Que me susurrara que todo estaba bien, que debía descansar. Que me acariciara el pelo mientras consiguía que me durmiera. Que se fuera lentamente y sin hacer ruido para no despertarme y dejarme dormir. Que en el último momento, ya cerrando la puerta, prefiriera quedarse conmigo, por si algo no iba bien...

Pero desperté a la tarde siguiente. Amarrado a la taza del váter por una soga de vómito, con el asco recorriéndome las fosas nasales, mis venas rebosando alcohol y el cuerpo embadurnado de restos de la cena del día anterior. Nauseabundamente hundido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué gran entrada. Excelente.